Las flores santas nos traen como las de todo el sistema, el genoma de la divinidad.
Estas en particular nos preparan para recibir la gracia que necesitamos para transformar nuestra vida en esencia y forma.
Una Gestalt que nos completa llenando vacíos. Las flores llegan a nosotros desde la palabra revelada, desde las tradiciones místicas y desde la oración contemplativa. Son un camino de espiritualidad mística, un proceso de reencuentro, de re-ligarnos con la fuerza creadora.
Número 1: Aloe
El yo interior y el yo exterior. Nos acompaña en un proceso de sabiduría para conocer la diferencia entre el ego empírico que más conocemos y el yo trascendental que constituye nuestra libertad y el cambio de lo conocido, lo finito y lo egoico; siendo un estado de potencia pura y fuente de toda creación, nos da la posibilidad de alinearnos con el poder creacional.
Es una flor para CONOCERSE.
Número 2: Higuera
El descubrimiento y la comprensión del yo interior divino nos regala el don de la piedad que es el amor a Dios y a nuestros semejantes. Nos acompaña en un proceso de aprendizaje para poder dar de verdad lo que nos corresponde dar. El universo opera por el intercambio dinámico. Dar y recibir son los dos aspectos del flujo de la energía universal.
Es una flor para darse.
Número 3: Acacia
El yo interior constituye un gran misterio, un vacío y una inconsistencia puros.
Nos acompaña en el entendimiento del propósito de nuestra vida, ayudándonos a encontrar el don único o talento especial que Dios nos regaló para ofrecer a los demás; como vehículo al éxtasis y la alegría de nuestro propio espíritu.
Es una flor para el sentido de nuestra VIDA.
Número 4: Lirio del Valle
El yo interior es divino y se encuentra en perfecta unión con el espíritu infinito.
Nos regala la conciencia de la fuerza amorosa que fluye con absoluta naturalidad, con despreocupación, con alegría y con amor. Es la presencia de lo sagrado, del alma superior.
Es una flor paraFLUIR CON DIOS, la fuerza superior, el amor.
Número 5: Olivo
En el yo exterior se representa el infierno, el lugar donde no está Dios. Nos acompaña en un proceso de adquirir la ciencia de la causa y efecto, aprendiendo que cada acción genera una fuerza de energía que regresa a nosotros de igual manera. El infierno es un caso de confusión de identidad de ser quienes no somos y debemos conocer las consecuencias de nuestros actos.
Es una flor para HACERNOS CARGO.
Número 6: Pita
El yo interior vive en un ahora eterno, atemporal. Nos acompaña en un proceso de desapego y liberación del pasado, encontrando en la incertidumbre el consejo para transformarnos, en un campo para todas las posibilidades y entregarnos a la mente creativa.
Es una flor para SOLTAR.
Número 7: Azucena
El yo interior es uno con el todo, dado en Gracia y sellado en Gloria. Nos acompaña en un proceso de aprendizaje sobre la Intención y el Deseo. Atraemos en toda intención el mecanismo para la realización. La intención y el deseo en el campo de la potencialidad pura tienen un infinito poder de organización y materialización.
Es una flor para SABER PEDIR.