Cuando sabemos que pertenecemos a un Clan, a un Sistema Familiar, tenemos conciencia que nuestra existencia trasciende muchas generaciones que le dan identidad. La pertenencia a un Clan es un derecho natural y nos otorga una seguridad que otras cosas o situaciones que vivimos intentan sustituir y no lo logran.
Nuestra historia familiar está estrechamente vinculada al destino de realización o de carencia de cada uno de nosotros. Nuestra primera necesidad -que es la que asegura la supervivencia- es la de pertenecer y ser reconocidos como propios, como parte del clan. Esto nos hace sentir que estamos conectados y somos aceptados con amor. Es un sentimiento genuino que impulsa nuestra vida y que subyace debajo de todos los otros sentimientos.
Cuando tenemos la certeza de pertenecer a nuestro Clan, desaparece el miedo a ser rechazados. Esta sensación de pertenencia tan genuina y tan universal nos trae el reflejo de un mapa sistémico familiar. Pero cuando no está resuelto, cuando hay desórdenes que heredamos y recibimos, se nos dificulta la integración en cualquier grupo de cualquier naturaleza, en los que entramos carentes y tratamos de ser aceptados.
Cuando todo está en orden, esta energía amorosa nos pertenece a todos, equilibrando la importancia de todos los miembros del clan, asegurándonos los derechos y cuidando que todos seamos una parte activa. Alguien puede sentir que no pertenece a su familia ni a su linaje, que se siente ajeno o rechazado; entonces otra vez se plantea un trato interno con las Flores del preparado, para buscar la salida de un laberinto conocido, o para abrir una puerta que esconde secretos.