La bruma etérica del cuerpo espiritual toma la energía de la unicidad y de la elevación, que conecta el alma con los más altos planos y esferas donde están los seres superiores, los maestros y los guías. Guardamos en el alma todas las experiencias que transitamos a lo largo de todas nuestras vidas, conservando esa sabiduría infinita que nos aportan. Es el lugar donde conectamos con los diferentes estadios de nuestra existencia. El alma, el corazón y el tercer ojo, constituyen un engranaje de comunicación con nuestros guías superiores. En este lugar se realiza nuestro más elevado grado de evolución, cuando logramos la interiorización con el amor divino. Como un camino circular y evolutivo en la tierra, nos vamos aproximando lo máximo posible, a sincronizar con la frecuencia vibratoria de la energía cósmica universal.