La bruma etérica del cuerpo intuitivo toma la energía de la percepción y el despertar. El tercer ojo, como la tradición llama a este centro energético, es la visión más nítida del alma en la instancia de habitar nuestra corporalidad. Es un concepto místico y esotérico que proporciona una percepción extraordinaria. También se estima como la activación de la glándula pineal, que se expande de manera fractal desde su estructura de cono, conectando con reinos interiores y a diversos estados de conciencia superior. Desde este lugar entre los ojos baja hacia el ombligo, el centro Hara, y lo que llamamos Cordón de Plata; se conecta con visiones espirituales y con la percepción extrasensorial. En la memoria primigenia de la humanidad permanece sólida aunque imperceptible, la presencia de este tercer ojo que existió de forma física, y que se quedó en un plano sutil; para traernos siempre que lo activemos, una visión trascendente de la realidad.