Las flores de las virtudes nos traen dos puertas inmensas, altas y robustas. Una es para cerrar y la otra es para abrir. Las estructuras éticas y morales nos dejan muchas veces parados en una sala interna, de esas que distribuyen la circulación de una casa grande; cerrar una puerta nos libra del dolor y de la culpa; abrir la otra, la que hay que abrir nos libera. No obstante estos lugares obvios requieren de un ejercicio de tomar y de dejar algo en las dos puertas.
Número 29: Cortadera
La fe es la virtud de mansedumbre ante la gracia divina que adapta nuestras facultades humanas para la participación de aquello que no comprendemos, el misterio de la divinidad. Nos dispone a vivir en relación con la fuerza creadora del universo, como un regalo, como un don que nos es dado por amor.
Una flor para CREER.
Número 30: Níspero
La esperanza es la virtud por la que aspiramos a la plena realización humana y a la eterna perfección de la conciencia, apoyándonos en la confianza de que todo está dado, esta puesto en nuestra mesa, como un banquete. No apoyándonos en nuestras fuerzas limitadas por nuestro grado de evolución, sino en los auxilios de la gracia divina.
Una flor para CONFIAR y ESPERAR.
Número 31: Campanita
La caridad es la virtud de amar por sobre todas las cosas, una inteligencia divina, un plan perfecto de orden y sincronicidad que se replica en cada uno de nosotros, creando una red de entendimiento, un laberinto de espejos donde aprendemos a vernos a nosotros mismos en lo mejor y en lo peor de los otros. La caridad tiene por frutos el gozo,
la paz y la misericordia; es benevolencia; reciprocidad; es desinteresada y generosa; es amistad y comunión.
Una flor para AMAR de VERDAD.
Número 32: Cactus de las Virtudes: Candican
Nos acompaña en un proceso de reconstrucción de nuestra vida afectiva, que sentimos desbastada por la pérdida de afectos en las relaciones personales o en vínculos familiares. Nos reviste de fuerza para la sensación de abandono y ruptura. Neutralizan nuestro movimiento polarizante de la culpa y la inocencia. Sensación de abandono por la ruptura de las relaciones personales. Corazón roto. Separación. Divorcio. Dinámicas de víctima y perpetrador.
Es una flor que nos trae FORTALEZA en el CORAZÓN.
Número 33: Ruda
La prudencia es la virtud que dispone a la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios nobles para realizarlo.
No se confunde ni con la timidez ni con el temor. Es la prudencia quien nos guía directamente al juicio de conciencia. Se toma, se aprende, se adquiere mirando hacia afuera, mirando al otro; superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.
Una flor para APRENDER a ser PRUDENTE.
Número 34: Retamilla
La justicia es la virtud amorosa que consiste en la constante y firme voluntad de dar al otro lo que le es debido. Para los demás, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. Es una virtud de actitud firme, disposiciones estables y habituales del entendimiento que regulan nuestros actos en forma justa y equitativa.
Una flor para SENTIR, PENSAR y OBRAR CON JUSTICIA.
Número 35: Churqui tala
La fortaleza y la templanza son virtudes que aseguran en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones que nos desordenan, moderando la atracción hacia todo aquello que nos distrae del camino trazado por nuestro deseo de plenitud. También nos hacen capaces de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Nos ofrece nuestro propio dominio, moderación, fuerza y sobriedad.
Una flor para APRENDER a ser MANSOS y FIRMES a la vez.